miércoles, 1 de julio de 2009

La Revolución no será televisada...

Los recientes eventos en Irán y Honduras son un claro ejemplo de cómo las redes sociales (Twitter, Facebook, etc) y servicios como YouTube pueden trascender los usos más frívolos que comúnmente les damos.

Y es que mientras “el Poder” se afana en apretar su puño y cortar el flujo de la comunicación tradicional (TV, Radio, Prensa) para acallar los abusos cometidos, los medios alternativos se escapan como arena entre sus dedos.Parecen ignorar los censuradores que poco logran con bloquear canales de televisión o manipular el contenido de las noticias; si ahora millones de personas cargan una sala de redacción y una unidad móvil en la comodidad de su bolsillo.

Agréguese a eso una conexión a Internet, y el resultado es un batallón de reporteros y documentalistas informando desde múltiples ángulos y con distintas voces aquello que los otros tratan en vano de ocultar.

Personalmente, me parece muy interesante ver a las llamadas “redes sociales” reivindicando su nombre y cumpliendo una función verdaderamente social e insurgente; más allá de su uso primario como altares del culto al ego.

Twitter, por ejemplo, siempre me ha parecido un servicio risible, dirigido a personas que aparentemente creen que cada instante de su día es de interés público. Sin embargo, en momentos de crisis como los mencionados, Twitter ha venido a cumplir las mismas tareas de micro-información que en su momento cumplió el telegrama, y más recientemente el “crawler” de los noticieros tradicionales.

Como cualquier otra herramienta, el potencial de estos nuevos medios depende del uso que se haga de ellos, o que la circunstancia exija. Sería bueno vivir en un mundo donde la opresión y la violencia no lleven al ser humano a convertir un martillo en un arma, o a usar un sitio como YouTube para denunciarlas… Desgraciadamente no vivimos en ese mundo. Y en ese sentido, es bueno saber que, por el momento, la tecnología y la astucia del ser humano marchan pasos delante de la represión.

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