sábado, 27 de junio de 2009

El Rey de Cristal

Mi amigo Mike Langford escribió lo siguiente en su página de Facebook ayer:

“Say what you will about how he lived his personal life... Michael Jackson is, without a doubt, the biggest star in the history of music. Don't even bother arguing... And don't even bring the Beatles or Elvis Presley to the table. They may well be #'s 2 & 3, but Jackson is the biggest ever.”

El comentario de Mike me llamó mucho la atención y me hizo reflexionar acerca de las razones por las que la muerte de MJ ha conmovido a tantísimas personas alrededor del mundo.

Soy un producto de los 80s y 90s y, como tal, crecí viendo y escuchando a MJ. Para ese entonces, ya él era una estrella, pero fue sin duda en ese periodo en el que MJ pasó de ser un artista a convertirse en un fenómeno… Y aquí es donde necesitamos la ayuda de la RAE para percatarnos de cuán apropiada es esa descripción:

fenómeno.
1. Toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción.
2. Cosa extraordinaria y sorprendente.
3. coloq. Persona o animal monstruoso.
4. coloq. Persona sobresaliente en su línea.

No voy a llover sobre mojado y referirme al enorme talento (interpretativo, más aún que musical) de MJ. Su pertenencia a la categoría de “sobresaliente en su línea” está fuera de toda discusión. Tampoco voy a hablar acerca de sus monstruosidades, esas que vimos a la luz del flash y aquellas otras que sospechamos…

Me interesa más la primera acepción del término; la cuál considero personalmente como el verdadero motivo detrás de nuestra fascinación con el hombre y el artista.

MJ se hizo presente en nuestra consciencia de una forma muy distinta a cómo lo hicieron otros grandes antes que él. Si bien tanto los Beatles y Elvis (por citar los mismos ejemplos de Mike) utilizaron el cine y la TV para convertirse en íconos de la cultura popular, ellos no contaron con esa inédita plataforma mediática con la que sí contó Michael en su apogeo: MTV.

En ese sentido, solamente Madonna podría compararse a MJ en términos de cómo ambos lograron alcanzar un status mítico en un nuevo mundo hiper-mediatizado a partir de la espectacularidad de sus “music videos” y la explotación de su vida pública y privada. Sin embargo, como lo dice la definición, en el proceso de convertirse en “fenómeno”, el ser humano se transforma en un objeto en (y de) la percepción de los demás.

En la maquinaria de medios post-MTV, de un lado entra una persona, y del otro sale -literalmente- una figurita. Y quizás sea por eso que hoy lloramos… podemos disfrutar de ellas hasta el hastío para luego olvidarlas; o podemos destruirlas en un berrinche; pero se nos parte el corazón cuando perdemos una de las primeras y más significativas piezas de nuestra colección.

Quizás hoy no estemos lamentando la pérdida de un gran artista, sino del primero de una especie.

El Adorador Profano

Hace algún tiempo, estaba enfrascado yo en una de esas típicas conversaciones introductorias con otra persona. Mientras mi interlocutora terminaba de presentarse, yo estaba tratando de decidir cuál sombrero encajarme esta vez.

-“Y usted… ¿a qué se dedica?”

Hace bastante renuncié a presentarme como “productor audiovisual”… De vez en cuando lo sigo haciendo, pero tan solo para disfrutar de la mirada perpleja de la otra persona. Lo que acostumbro ahora es usar algún título menos críptico, seguido de una breve descripción de mis tareas principales… por aquello.

Mi etiqueta favorita, por supuesto, es la de guionista; pero en ese momento estaba metido de lleno en mi faceta académica, por lo que sentí que usarla era ligeramente autocomplaciente.

Opté por otra salida y le hablé a mi contertulia -sin duda con más detalle del necesario- sobre mis estudios en Teoría del Cine, y cómo esta disciplina busca comprender los múltiples aspectos creativos, sociales y comunicativos de ese arte por medio de la investigación y el análisis de sus distintos elementos…

En retrospectiva, creo que habría sido mejor responder “productor audiovisual”.

Nunca olvidaré su cara…
Pasó de iluminarse ante la sola mención de la palabra “cine” (como suele suceder), a una expresión que tan solo puedo describir como lástima.

Mi interlocutora no estaba confundida. Muy al contrario: había entendido perfectamente mi explicación. Y por eso mismo me veía así. Era la mirada de una persona que disfruta observando los arcoiris, frente a otra quien le recuerda que se trata de un fenómeno óptico causado por pequeñas gotas de agua en la atmósfera que refractan la luz solar.

La anécdota me pareció adecuada para abrir un blog cuya intención es convertirse en un espacio para deconstruir y comentar imágenes que, generalmente, consumimos y disfrutamos sin mayor reflexión. En mi caso, -y contrario a lo que mi compasiva amiga pudo pensar en esa ocasión- considero que desmenuzar la riqueza de la cultura audiovisual no le resta a su magia, sino que la aumenta.

Este blog va dirigido a personas que, como yo, nos sentimos adoradores profanos. Veneradores sinceros del poder de la Imagen, que entramos a su templo con la firme intención de desnudarla, cuadro por cuadro.